domingo, 24 de noviembre de 2013

Psicología comparada. Los sentimientos de los perros


Tal y como afirman la AEPEC (Asociación de Euskadi de Psicólogos y educadores caninos), el estudio de la mente en los animales en general y las mascotas caninas en particular, se ha desarrollado de forma vertiginosa en los últimos 20 años, sobre todo gracias a los avances en tomografía axial computarizada (TAC), que ha permitido estudiar el funcionamiento de los cerebros vivos a través de tecnología avanzada, y yendo más allá de las tradicionales formas de estudio experimentales mediante la observación del comportamiento. De esta forma, los estudios sobre si los animales son capaces de querer a su propietario o cuidador se han incrementado en el mismo periodo, y no sólo en número de publicaciones, sino también en la profundidad y la especificidad de los mismos. De hecho, la investigación a este respecto ha ampliado sus objetos de estudio abordando mascotas que hasta hace relativamente poco, ni siquiera formaban parte de los hogares españoles, como hurones, aves psitácidas o ratas, concluyendo que son capaces de alcanzar unos vínculos emocionales con sus dueños iguales o, incluso superiores a los de un gato. Pero las comparaciones entre especies son ya otro tema.

Sobre si los perros son capaces de querer, tal y como los humanos entendemos el concepto del amor, existen diversidad de debates de los que concluimos (tras una investigación más superficial de lo que nos gustaría) que, a pesar de la práctica homogeneidad de opiniones de propietarios de perros, para los que no cabe duda de que sus mascotas “aman de forma incondicional”, la comunidad científica (que incluye psicólogos, veterinarios y biólogos) no logra ponerse de acuerdo. Fred Metzger, por ejemplo, veterinario de la Universidad de Pensilvania, considera que los canes no sienten un amor comparable al de los seres humanos, sino que las muestras de afectividad y cariño hacia las personas responden únicamente a razones de conveniencia, porque han adoptado la dinámica de que un buen comportamiento repercute en recompensas por parte de sus propietarios.

Sin embargo, si consideramos una comparación neuronal del cerebro del hombre y del cerebro del perro, veremos que al hacer una división de grandes áreas cerebrales que sirven como soporte funcional de determinadas acciones cognitivas, las emociones y motivaciones surgen, en ambos casos, de la misma región límbica cerebral. Además, dentro del conjunto cerebral, el hipotálamo, encargado de regular la actividad del sistema endocrino de forma prácticamente equivalente en humanos que en perros, segrega, entre muchas otras, la conocida como la “hormona del amor”, la oxitocina, considerada una de las principales partícipes a la hora de establecer relaciones afectivas de confianza. La psicóloga Andrea Beetz, en sus  investigaciones sobre los efectos de esta hormona en las relaciones con los animales, concluyó que, tras 10 minutos de contacto entre un perro y su dueño, ambos sujetos experimentaban un aumento similar de sus niveles de oxitocina en sangre.

Otros autores, como el psicoanalista y antiguo profesor de la Universidad de Harvard Jeffrey Moussaieff  consideran que los perros no solo experimentan emociones primarias, sino que también, según determinados estímulos, pueden llegar a tener emociones secundarias que derivan de un mal drenaje de las primarias: celos, envidias, depresiones, ansiedades, fobias…De esta manera, a través de evidencias tanto clínicas como experimentales, se intenta demostrar que el sistema afectivo de los animales con sus propietarios no difiere tanto del sistema afectivo propio de los humanos.

Para concluir, y demostrando la inmensidad de las incógnitas que esconde la psicofisiología, cerramos con las palabras textuales del neurólogo Pedro Ortiz, que evidencian el amplio debate que nos queda por delante en nuestras clases, y en nuestro blog:

“…los cuestionamientos y el debate persistirán, al extremo de decir que emoción o motivación son palabras que sólo sirven de rótulo para ciertos capítulos de los textos de psicofisiología. Creemos que el debate persistirá hasta que no se definan correctamente los conceptos fundamentales, pues un somero análisis de la evolución de los mismos, nos hará ver que aún existen errores en su definición, errores que se traducen en la ausencia de una correcta interpretación de los hechos observados en situaciones propiamente humanas, y por consiguiente en la ausencia de una verdadera explicación científica de los procesos que determinan la estructura de la actividad psíquica personal en general, y de los procesos afectivos y conativos de la actividad consciente en particular”.

Materiales extra para ampliar sobre el tema:



Moussaieff, J:  “Dogs never lie about love”

Moussaieff, J: “The dog who couldn’t stop loving”

Beetz, A: “Attachment to pets: An integrative view of human-animal relationships”

Klinghammer, E:  “Algunos principios básicos de etología y psicología”

VVAA: “Journal of comparative pschicology” Volumen 127 agosto 2013 Josep Call (ed) Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology, Leipzig, Germany

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